Una mañana, un amigo de la oficina me pregunta: “¿Te he regalado (alguna vez) este libro?”.
El rostro que aparece en la bien diseñada portada me resulta familiar. Es la de un pensativo Fethullah Gülen. Mi mente vuela a Turquía, el país de origen de Gülen, y luego al Estado de Pensilvania, donde Gülen vive desde 1999. Gülen piensa en su patria, cuyo retroceso democrático ha provocado tanto dolor y sufrimiento.
El título, No hay vuelta atrás de la democracia, es digno de reflexionar. Con todas las interminables definiciones y las consiguientes prácticas divergentes de la democracia, ¿qué país del mundo puede afirmar que ha estado allí? ¿Qué tipo de democracia? Hay muchas formas diferentes. ¿Desde cuándo la democracia es un destino, para que los peregrinos puedan hablar de volver? ¿No es la democracia una herramienta de los países para alcanzar un cierto nivel de libertad y perfección, más que un propósito?
El subtítulo, Un estudio de entrevistas con Fethullah Gülen, me deja colgado. Me obliga a refugiarme en la última página. El toque francés “vanguardista” que se refiere a las ideas de Fethullah Gülen se convierte en un verdadero puntazo. Hace difícil resistirse a profundizar en la huella de este hombre en los asuntos de Turquía y más allá, así como en su multidimensional vida docta, religiosa y ética.
¿Quién es Fethullah Gülen y por qué le preocupa tanto la democracia? Para empezar, ¿por qué deberíamos preocuparnos por la democracia?
De la contraportada me da la impresión de que se trata de un archivo, más que del mencionado estudio, de los pensamientos eruditos de Gülen y de sus puntos de vista éticos y de fe grabados, que establecen una fórmula de democratización positiva para nuestro tiempo y los futuros sistemas políticos. Si me pidieran que nombrara dos aspectos importantes que afectan más al mundo actual, señalaría la democracia y el cambio climático. El mundo democrático y el clima están en peligro mortal, ya que la humanidad da la espalda a la solidaridad, la ayuda mutua y la generosidad y, en cambio, se dedica a guerras y violencia sangrientas y destructivas.
Ahora bien, lo que empeora la situación es que algunos autores de la violencia -ya sean individuos o grupos- afirman estar trabajando por Dios, aunque sus atrocidades contradigan el propósito mismo de su creación. Los ejemplos de este tipo de violencia abundan.
El olvido de nuestro deber hacia Dios, nuestro prójimo e incluso hacia nosotros mismos ha hecho que surjan personas raras como Fethullah Gülen con la esperanza de volver a encarrilar el mundo. Su labor es triple. En primer lugar, deben concienciar a la sociedad (miembros individuales o grupos) de que no existe la violencia por amor a Dios. En segundo lugar, estas personas subrayan que la religión de los autores no tiene nada que ver con el crimen. No es un vicio ser musulmán, como tampoco es una virtud ser cristiano. En tercer lugar, estas raras personas enseñan que los valores espirituales también se aplican a quienes deciden acceder a los poderes políticos.
En este sentido, No hay vuelta atrás de la democracia debería leerse con atención, comprenderse y tomarse como herramienta de referencia para quienes buscan una sociedad verdaderamente democrática, ya sea en Turquía o en cualquier otro país. Once capítulos y un apéndice del propio Gülen condenando la intentona golpista del año 2016 y denunciando el terrorismo envían un mensaje claro e inequívoco al mundo; a saber, que “Un musulmán no puede ser un terrorista y un terrorista no puede ser un musulmán. Una persona no puede ir al cielo matando a otra persona”.
En consonancia con la letra y el espíritu del libro, el capítulo principal responde a preguntas fundamentales que invitan a la reflexión como: “¿Pueden reconciliarse el islam y la democracia? ¿Puede un musulmán ser también un demócrata? ¿Pueden los musulmanes practicar plenamente su religión en un orden democrático? ¿Qué tipo de régimen contempla el islam? ¿Existe un régimen teocrático en el islam? ¿Qué se entiende por un orden islámico?”.
Gülen se lamenta (pág. 12), “… es doloroso ver cómo aquellos que hablan sobre el islam y la democracia y pretenden pronunciarse en nombre de la religión han llegado a entender que el islam y la democracia no pueden conciliarse…”. Sostiene que esto es erróneo porque se basa en una comparación superficial de que “el islam se basa en el gobierno de Dios, mientras que la democracia es la visión de los humanos…”. Observa que, por el contrario, la verdadera imagen es la de “la soberanía (que se arrebata) a los opresores y dictadores individuales y se entrega a los miembros de la comunidad”. Cita “la era de los Califas Rectamente Guiados del islam” como “la aplicación de esta norma democrática de la democracia” (citado en la revista The Muslim World, edición de julio de 2005).
Aceptando que no hay conflicto entre el islam y la democracia, ¿debemos considerar que logros tan básicos como el pluralismo y los derechos humanos se han inventado en Occidente, o pueden aceptarse como valores universales? ¿Se han aplicado en las sociedades musulmanas? En otras palabras, ¿el islam favorece la democracia?
Gülen afirma con seguridad que sí (pág. 13): “Ninguno de estos valores surgió sólo en Occidente y en los tiempos modernos”. Y por ello, “vemos que, en su proceso de desarrollo, la democracia tiene muchas aplicaciones diferentes y que ha sufrido muchas modificaciones y revisiones”. Cita un surtido de prefijos de la democracia como social, liberal, cristiana, etc. “En algunos casos”, dice, “incluso una de estas formas … puede no considerar a la otra como democracia”.
Continúa revelando (pág. 13, 14) “los principios y la forma de gobierno que constituyen la base de la democracia son compatibles con los valores islámicos. La consulta, la justicia, la libertad de culto, la protección de los derechos de los individuos y de las minorías, la participación del pueblo en la elección de quienes lo gobernarán y la responsabilidad de éstos por sus actos, así como la prevención de la opresión de la mayoría o de la minoría, pueden citarse como ejemplos de los valores y principios que propugnan tanto el islam como la democracia” (citado en Frankfurter Allgemeine Zeitung, 6 de diciembre de 2012).
En una entrevista concedida a Asharq Al-Awsat el 24 de marzo de 2014, Gülen señaló (pág. 17) que “observamos con tristeza que en los países en los que se demoniza la democracia abundan las violaciones de los derechos humanos, la agitación moral y jurídica, y las disputas y conflictos religiosos y étnicos. Actualmente, la democracia está evolucionando para convertirse en un bien común y una costumbre, por así decirlo, de toda la raza humana…”
Gülen aborda esta cuestión de forma muy amplia a lo largo de muchos años y en una gran variedad de medios de comunicación, entre ellos Le Monde (28 de abril de 1998); Zaman (24 de marzo de 2004); el New York Times (11 de junio de 2010); TRT, Radio y Televisión Turca (2 de junio de 1995); NTV (27 de febrero de 1998); el canal de televisión Kanal D (16 de abril de 1997); y el Financial Times, así como entrevistas con periodistas individuales.
Lo esencial de todas sus conversaciones es que “la democracia es un gobierno del pueblo. Es una forma profunda de ‘república’. Es el alma (de la república); es su dimensión más humana. Por eso, en cierto sentido… siempre ha existido en el pasado, aunque no se la nombrara”.
Continuó diciendo (pág. 21):
“PODEMOS HABLAR INCLUSO DE UNA REPÚBLICA Y DE LA EXISTENCIA DE UNA DEMOCRACIA SIN NOMBRE DURANTE LA ÉPOCA DE LOS CALIFAS RECTAMENTE GUIADOS. …TAL VEZ ENTRE LOS SISTEMAS HAYA UNA SUPERPOSICIÓN. ES POSIBLE CONCILIARLOS. POR ESTA RAZÓN, PODRÍA PENSARSE QUE UNA REPÚBLICA Y UNA DEMOCRACIA PODRÍAN CONSTITUIR UN TERRENO APROPIADO PARA EL ISLAM, EL PENSAMIENTO ISLÁMICO Y LA POSIBILIDAD DE PRACTICAR EL ISLAM. CONSIDERARLAS COMO CONTRARIAS AL ISLAM, EN MI OPINIÓN, ES UNA INTERPRETACIÓN ERRÓNEA, UN ENFOQUE EQUIVOCADO…”
No hay vuelta atrás de la democracia es un archivo de la inquebrantable insistencia de Gülen en tomar el camino de la democracia y centrarse en el diálogo y la coexistencia. A lo largo del capítulo sobre el diálogo y la coexistencia, Gülen da lo mejor de sí mismo cuando presenta la tolerancia, el diálogo y la conciliación como antídotos contra la violencia. Demuestra su nivel de exposición cuando toma prestadas unas palabras de Sócrates (470-399 a. de C.) al subrayar que “los que quieren reformar el mundo deben reformarse primero a sí mismos”.
Al igual que Gülen, nunca debemos perder la esperanza “porque los problemas pueden resolverse con el tiempo” y “no debemos tratar de encontrar defectos en la religión porque no permite el conflicto… En el centro de todo esto está ser respetuoso con las diferentes ideas… y aceptar a las personas tal y como son, sin importar en qué creen y qué filosofía o ideología persiguen” (New York Times, 2010, y Asharq Al-Awsat, 2014).
No Return from Democracy: A Survey of Interviews with Fethullah Gülen
por Faruk Mercan
Blue Dome Press, 2017, 240 págs. ISBN: 9781682060179
Me ha parecido muy bueno este articulo de Gulen. Ciertamente hay personas que luchan por un mundo mejor aunque vamos tantas cosas negativas. Los que creemos en la democracia tenemos que saber bien como luchar por ella. Y no desfallecer. Dios esta con nosotros siempre. Gracias de editar esta revista CASCADA.