sábado, abril 27, 2024
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MORIR Y VIVIR DOS VECES

El versículo coránico “Dirán: ‘¡Señor nuestro! Nos has hecho morir dos veces, y nos has dado la vida dos veces, así que reconocemos nuestros pecados. ¿Se da, entonces, alguna manera de salir?’” (40:11) hace referencia a la idea de morir dos veces. Esto implica que uno debe estar vivo antes de cada muerte. Antes de la fecundación, tanto el espermatozoide como el óvulo están vivos y al unirse en la fecundación cumplen su función y mueren. La función del espermatozoide y del óvulo es aportar 23 cromosomas cada uno para formar un total de 46. En la etapa de cigoto (o “nutfah” en la descripción coránica), el espermatozoide y el óvulo mueren, solo para adquirir una nueva naturaleza [1].

De entre aproximadamente 400 millones de espermatozoides, cada uno portando 23 cromosomas, solo uno tiene la oportunidad de encontrarse con un óvulo que también contiene el mismo número de cromosomas. Sin embargo, este encuentro entre el amante y la amada resulta en la muerte de ambos. Cuando el espermatozoide penetra en el óvulo, se desencadena un proceso en el que ambas células mueren. La membrana de la cabeza del espermatozoide se desintegra al chocar con el óvulo, y utiliza una enzima segregada en este momento para atravesar la membrana y adentrarse en el interior del óvulo. Durante esta breve ceremonia de “bienvenida” destinada a una sola célula, se produce una actividad eléctrica que cierra todos los pasos fronterizos en el interior del óvulo. No hay lugar para otro amante en el corazón de la amada, pues ha encontrado a su amante.

Los embarazos múltiples pueden ocurrir cuando varios óvulos son fecundados por un espermatozoide cada uno (embarazos múltiples dicigóticos) o cuando el óvulo fecundado o cigoto se divide en dos en una etapa temprana (embarazos múltiples enzigóticos).

Durante este proceso inicial, conocido como “la primera muerte”, la cola y la membrana del espermatozoide se desintegran. Los 23 cromosomas que el espermatozoide debe entregar al óvulo se encuentran en su cabeza, que tiene una anchura extremadamente diminuta, aproximadamente 1/4000 de un milímetro. Cuando estos cromosomas se fusionan con los otros 23 cromosomas en el núcleo del óvulo, cumpliendo así su misión, comienza el proceso de la muerte.

Los espermatozoides se generan en los testículos masculinos y emprenden un largo recorrido en busca del óvulo materno. La distancia que un espermatozoide de tamaño promedio recorre proporcionalmente equivaldría a casi 2.4 millones de kilómetros para una persona de estatura media, lo que implica atravesar 60 veces la circunferencia terrestre de 40,000 km. Los espermatozoides tienen una longitud que oscila entre los 25 y 350 micrómetros [2].

Durante este viaje, los espermatozoides alcanzan una velocidad de 40 km por hora. Si comparamos esta velocidad con la de una persona corriendo, sería como si alguien corriera a una velocidad de 600,000 km por hora, es decir, aproximadamente 500 veces la velocidad del sonido [3].

De los aproximadamente 400,000 óvulos producidos, solo 400 de ellos logran alcanzar el útero a través de las trompas de Falopio desde los ovarios.

Este viaje llega a su fin con la formación de un cigoto. En este punto, tanto el espermatozoide como el óvulo han cumplido su función de reunir 23 cromosomas cada uno antes de morir. Mientras tanto, alrededor de 400 millones de espermatozoides compiten entre sí para llegar primero al óvulo, segregando enzimas específicas para ayudar al ganador de la carrera. En cierto sentido, experimentan una muerte sacrificial.

Este proceso, que comienza con la formación de un cigoto, se describe de la siguiente manera en el Corán:

“Creamos al ser humano de un extracto especialmente tamizado de barro. Después lo establecimos en un óvulo fertilizado en un lugar seguro. Luego creamos del óvulo fertilizado un coágulo adherido (a la pared del útero), y (más tarde en orden) creamos del coágulo adherido un pedazo, y creamos los huesos de ese pedazo, y revestimos los huesos en carne. Luego lo hicimos convertirse en otra creación. Tan Santo y Supremo es Dios, el Creador Quien crea todas las cosas en la mejor y más apropiada forma y posee el supremo rango de la creatividad.”  (23:12-14).

Podemos describir el proceso de creación del ser humano en el vientre materno en siete etapas:

  1. extracto tamizado de barro (elementos orgánicos e inorgánicos, sopa de proteínas)
  2. cigoto (nutfah)
  3. coágulo
  4. pedazo
  5. creación de los huesos
  6. revestimiento de los huesos en carne
  7. haciéndolo convertir en otra creación (insuflación del alma).

La muerte no marca el final, sino el inicio de una nueva vida. El versículo menciona la primera muerte, que se refiere al momento en que el espermatozoide y el óvulo se fusionan y se adhieren como un “coágulo” en la capa interna del útero. Este proceso puede ser considerado como una especie de tumba donde se da inicio a una nueva vida. Esta primera muerte es el medio a través del cual nacemos en este mundo. Por otro lado, la segunda muerte mencionada en el versículo se refiere a la muerte que ocurre al final de nuestra vida en este mundo. Como resultado de esta muerte, seremos resucitados nuevamente en el mundo eterno. Y Dios sabe mejor.

En el capítulo 53 del Corán, encontramos otra sutil coincidencia en relación con el nacimiento y la muerte del ser humano en dos ocasiones: “Y Él es Quien (por Su Voluntad, Poder, y creación) hace reír y llorar. Y Él es Quien causa la muerte y da vida”. (53:43-44).

En el versículo 43 se menciona la risa antes que el llanto, mientras que en el versículo 44 se menciona la muerte antes que la vida. Esto establece una conexión entre la risa y la muerte, y entre el llanto y la vida. Cuando el espermatozoide y el óvulo se fusionan y se adhieren al útero, esto marca el inicio del embarazo y puede considerarse como una especie de “muerte” simbólica. Esta noticia trae alegría a los padres y los hace reír. Después de nueve meses, el niño nace y comienza a llorar, simbolizando el comienzo de la vida.

El espermatozoide y el óvulo desempeñan el papel de unir los cromosomas saludables. Cuando se fusionan, sacrifican su existencia para dar lugar a una nueva vida. Así como los cromosomas saludables aportados por el espermatozoide y el óvulo son fundamentales para el nacimiento de un cuerpo sano, nuestros actos rectos en esta vida pueden servir como medio para obtener la misericordia de Dios y el derecho a ingresar al Paraíso en el Más Allá. Nuestra responsabilidad es mantener una fe diligente y realizar actos rectos, protegiéndolos cuidadosamente y llevándolos de manera segura a nuestra morada eterna. El camino es largo, difícil y lleno de obstáculos, pero el destino que nos espera es hermoso y vale la pena cada esfuerzo. En todos estos procesos, Dios conoce cada alojamiento y disposición:

“No hay criatura viva sobre la Tierra cuya provisión no dependa de Dios y Él conoce cada alojamiento y disposición (cada etapa de su vida) y la duración de su estancia y el momento de su transición desde ahí́. Todo ello se encuentra en un Libro Manifiesto.”

(El Corán, 11: 6). [4]

NOTAS

1. Nutfah es una sustancia reproductora líquida similar al agua. En el Corán, nutfah se refiere a la célula única que resulta de la fertilización del óvulo por un espermatozoide. En embriología, esta célula se conoce como “cigoto”. A finales del siglo XVIII se comprendió que los seres humanos se crean a partir de cigotos. Sin embargo, el Corán afirma claramente este hecho en este y muchos otros versículos. (Véase Suat Yıldırım, Kur’an-ı Hakim’in Açıklamalı Meali̇ (Traducción Anotada del Sagrado Corán), Estambul: Define Yayınları, 2007, pág. 348).

2. R. Baker and M. Bellis, “Number of Sperm in Human Ejaculates Varies in Accordance with Sperm Competition Theory”, Sperm Competition in Humans, Ed. T. K. Shackelford and N. Pound, Boston: Springer, 2006, págs. 131–134.

3. La sonda solar Parker de la NASA logró una velocidad de 587.000 kilómetros por hora.

4. Elmalılı Hamdi Yazır, Hak Dini Kuran Dili, Istanbul: Eser Neşriyat ve Dağıtım, 1979, Vol. 4, pág. 2757.

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