miércoles, diciembre 4, 2024
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LA GUERRA Y LA PAZ EN EL CORÁN

¿Tiene la guerra moderna algún lugar en el Libro Sagrado del islam?

La islamofobia generalizada tiene como una de sus causas la interpretación errónea del Corán, el Libro Sagrado del islam. Existe una percepción generalizada de que el Corán contiene referencias a la guerra y la violencia, incitando a los musulmanes a tomar las armas contra los no musulmanes. Paradójicamente, aquellos que critican el Corán suelen ser quienes no lo han leído. Engañan a personas ignorantes citando versículos seleccionados al azar para fomentar sentimientos islamófobos.

No obstante, es importante plantearse la pregunta: ¿por qué el Corán contiene referencias a las batallas y al campo de batalla? La respuesta es sencilla. La guerra ha sido parte de la civilización humana desde tiempos inmemoriales. La historia de la Arabia preislámica también refleja esta realidad. Es ampliamente conocido que el antiguo sistema tribal árabe carecía de un gobierno central o de instituciones políticas, como tribunales o fuerzas de seguridad. Por lo tanto, la guerra era la única forma de resolver disputas [1]. La hostilidad entre tribus por asuntos triviales podía perdurar durante décadas, dando lugar a guerras aparentemente interminables. Las atrocidades en el campo de batalla y las prácticas bélicas inhumanas también formaban parte de la cultura árabe antes de la llegada del islam. No es exagerado decir que la lucha era considerada una especie de deporte para las tribus árabes [2]. Teniendo esto en cuenta, muchos versículos del Corán proponen estrategias para prevenir conflictos, establecen una ética para la defensa en batalla y proporcionan pautas para las intervenciones humanitarias, lo cual fue revolucionario en su época.

Un análisis detallado del Corán revela que los versículos 4:140 y 6:68 abordan la prevención de conflictos en caso de encuentros blasfemos. El versículo 140 de la sura Nisa establece: “Él ya os ha revelado en el Libro que cuando oigáis que las Revelaciones de Dios están siendo rechazadas y son objeto de burla, no os sentéis con ellos por más tiempo (mostrad vuestro desacuerdo) hasta que no hubieran cambia- do de conversación…” (4:140). Este mismo tema se aborda en el versículo 68 de la sura An‘am: “Cuando te encuentres con los que se dedican (con blasfemia) a hablar de Nuestras Revelaciones, apártate de ellos hasta que cambien de conversación…” (6:68).

Al instruir a los musulmanes a mantenerse alejados, el Corán propone una estrategia pragmática para calmar la situación y evitar la ira y la agresión. Sin embargo, el mensaje general que se desprende de los versículos mencionados es que se debe controlar las emociones negativas y hacer todo lo posible por evitar un posible conflicto. Es cierto que el Corán permite la lucha en defensa propia, pero solo como último recurso para preservar la vida.

Es injusto analizar los versículos coránicos relacionados con la batalla sin tener en cuenta el contexto en el que fueron revelados. Durante los primeros años del islam, el profeta Muhammad (que la paz sea con él), su familia y sus seguidores enfrentaron una oposición mortal por parte de los paganos de La Meca, quienes prohibían a los musulmanes practicar su religión. Los líderes no musulmanes sometieron a los nuevos musulmanes a una tortura más allá de los límites de la resistencia humana. Los golpeaban brutalmente, los arrastraban con cuerdas alrededor del cuello y los obligaban a tumbarse sobre arena ardiente en el abrasador clima del desierto. Los paganos hicieron todo lo posible por acosar al profeta Muhammad [3]. Incluso urdieron una conspiración fallida para asesinarlo. Impusieron un boicot social y económico brutal al Profeta y a sus seguidores, obligándolos a subsistir comiendo hojas de árboles durante meses. Los gritos de los niños hambrientos y los bebés lactantes no conmovieron los corazones de los paganos [4]. Durante 12 años, el Profeta y sus compañeros soportaron estas dificultades sin recurrir a la violencia ni tomar represalias. Con el fin de escapar de la persecución devastadora, los musulmanes emigraron primero a Abisinia y luego a Medina. Sin embargo, los paganos de La Meca continuaron persiguiéndolos y pusieron todos sus esfuerzos en destruirlos en Medina. Como resultado, a los musulmanes no les quedó más opción que perecer o contraatacar. En este contexto, el Corán otorgó el permiso para defenderse y se revelaron los versículos relacionados con la batalla [5].

El islam aprueba el uso de la lucha cuando el adversario viola acuerdos de paz, ataca de manera agresiva la soberanía de un Estado o persigue a una comunidad débil e indefensa. El versículo 190 de la sura Al-Baqara enfatiza claramente esta naturaleza defensiva: “Combatid en la causa de Dios (con el fin de ensalzar Su Nombre) contra los que combatan contra vosotros, pero no excedáis los límites (fijados por Dios), pues, cierto es que Dios no ama a los que exceden los límites.” (2:190). Además, los versículos siguientes mencionan explícitamente las razones legítimas para el combate:

“A los creyentes contra los cuales se hace la guerra se les ha dado permiso para que luchen en respuesta por haber sido tratados injustamente.” (22:39)

“¿No vais a luchar contra un pueblo que ha quebrantado sus juramentos y ha hecho todo lo posible para expulsar al Mensajero (de donde Él ha elegido morar) y ha iniciado hostilidades contra vosotros?” (9:13)

“La manera (de reprochar y tomar represalias) es solamente contra aquellos que son injustos con la gente y se comportan de manera rebelde en la Tierra, afrentando todo derecho.” (42:42)

“(Durante la guerra) matadlos dondequiera que los encontréis y expulsadlos de donde os hayan expulsado (recuperando así vuestras tierras de su usurpación). (Aunque matar es algo ante lo que sentís aversión) el desorden (arraigado en la rebelión contra Dios y en no reconocer ley alguna) es peor que matar.” (2:191)

El artículo 51 de la Carta de la ONU también sanciona los mismos derechos al explicar que: “Ninguna disposición de esta Carta menoscabará el derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armado contra un Miembro de las Naciones Unidas” [6].

El islam no solo reconoce el derecho a la autodefensa, sino que también enfatiza la protección de las poblaciones perseguidas. El concepto de guerra y paz en el Corán gira en torno al ideal de justicia social. La paz y la justicia son inseparables en el Corán. Dejar a una población perseguida a merced de los agresores va en contra del concepto de justicia social promovido en el Corán. ¿Cómo puede prevalecer la paz si un gran número de personas son maltratadas o torturadas? Por lo tanto, el Corán no respalda abandonar a los indefensos en manos de los opresores, como se expresa en la sura Nisa: “¿Por qué, entonces, no lucháis en la causa de Dios y de los hombres, mujeres y niños oprimidos y desvalidos que claman: ‘¡Oh Señor! ¡Sácanos de esta tierra cuya gente es opresora, designa para nosotros desde Tu Presencia un protector y designa para nosotros desde Tu Presencia un auxiliador!’” (4:75) Esto resalta las circunstancias en las que la intervención humanitaria se convierte en una obligación moral. Además, la frase “luchar en la causa de Dios” no debe confundirse con luchar para promover el islam; el versículo anterior deja en claro que luchar en la causa de Dios es sinónimo de luchar por los derechos de los débiles y vulnerables.

En el Corán, no hay distinción entre musulmanes y no musulmanes en lo que respecta a la justicia. Se establece: “Si dos grupos de creyentes luchan entre sí, haced las paces entre ellos (y actuad inmediatamente). Pero si uno de ellos usurpa agresivamente los derechos del otro, entonces luchad todos contra el grupo agresor hasta que éste cumpla el decreto de Dios (respecto al asunto). Si cumplen, entonces haced las paces entre ellos con justicia y sed escrupulosamente ecuánimes. Dios ama sin duda a los escrupulosamente ecuánimes”. (49:9)

Otro aspecto crucial en el islam es que solo un Estado tiene el derecho de emprender la lucha en caso de agresión externa. Los actores no estatales no pueden llevar a cabo tales expediciones [7]. Además, se debe dar prioridad a la paz y buscarla en cada oportunidad. El Corán prohíbe continuar la batalla si el adversario muestra disposición hacia la paz: “Entonces si desisten (de luchar), sin duda, Dios es Indulgente, Compasivo”. (2:192)

 “…si desisten, no hay entonces hostilidad excepto contra los malhechores.” (2:193)

 “ Y si (los enemigos) se inclinan por la paz, inclínate tú también y encomiéndate a Dios.” (8:61).

La búsqueda de la paz es más importante que ganar una guerra.

En lo que respecta a la batalla, el Corán establece de manera clara que todos los no combatientes deben ser tratados con bondad y justicia. Se menciona explícitamente: “Dios no os prohíbe, por lo que se refiere a aquellos que no os hacen la guerra por motivo de vuestra Religión, ni os expulsan de vuestros hogares, que seáis amables con ellos, y actuéis con ellos con equidad. Dios sin duda ama lo escrupulosamente equitativo.” (60:8)

Es evidente que el islam no aprueba la guerra por motivos egoístas, ganancias mundanas o satisfacción personal. El versículo 190 de la sura Al-Baqara establece: “Combatid en la causa de Dios (con el fin de ensalzar Su Nombre) contra los que combatan contra vosotros”, resaltando dos puntos importantes: en primer lugar, la lucha solo está permitida en defensa propia o contra persecución; y en segundo lugar, la guerra solo puede ser librada contra combatientes enemigos. Los no combatientes, los civiles y aquellos que no participan en la lucha no deben ser perjudicados, ya que esto contradice la concepción coránica e islámica de la justicia. El islam advierte a sus seguidores: “Y que el odio que sintáis hacia unos (o el odio que ellos sientan por vosotros) no os lleve a (cometer el pecado de) desviaros de la justicia”. (5:8) Además, el versículo 5:32 enfatiza la sacralidad de la vida humana inocente, rechazando el terrorismo, el genocidio, las masacres y cualquier actividad que cause daño a la población civil. Según este versículo, “Quien mate a un alma, a no ser que sea (como castigo legal) por asesinato o por causar desorden y corrupción en la Tierra será como si hubiese matado a toda la humanidad. Y aquel que salve una vida será como si le hubiese salvado la vida a toda la humanidad”. (5:32)

En el islam, el asesinato de civiles, sin importar su comunidad o religión, no puede ser legitimado. Desde la perspectiva islámica, no todo está permitido en la guerra, ya que el Corán establece reglas estrictas para el conflicto armado.

La guerra moderna

En los tiempos del profeta Muhammad, las guerras se libraban con espadas y los musulmanes no solo protegían la seguridad de los no combatientes, sino que también se preocupaban por preservar el medio ambiente de los peligros de la guerra. Sin embargo, lamentablemente, esto se vuelve casi imposible en la guerra moderna. Con la invención de la pólvora, los conflictos a menudo resultan en la muerte indiscriminada de combatientes y no combatientes. Con el crecimiento de las industrias militares y la producción de armas avanzadas, como bombas nucleares, misiles y drones, el número de víctimas civiles ha aumentado a niveles sin precedentes. Es extremadamente difícil garantizar la seguridad de la población civil, lo cual es un aspecto ético integral en el islam durante la guerra. Por lo tanto, es evidente que la guerra moderna no tiene lugar en el islam, como se implícitamente indica en el Corán (2:190, 5:32 y 60:8).

El islam enseñó a las antiguas tribus árabes nómadas la ética de la guerra y la inviolabilidad de la vida humana inocente. Si se aplicara el versículo 5:32, se podría evitar la guerra destructiva y la locura de las armas nucleares en el mundo. Lamentablemente, tanto musulmanes como no musulmanes a menudo ignoran el mensaje del Corán.

Referencias

  1. Sayyid Ali Asghar Razwy, “A Restatement of the History of Islam and Muslims”. Al-Islam. Consultado el 15 de octubre de 2021https://www.al-islam.org/restatement-history-islam-and-muslims-sayyid-ali-asghar-razwy/arabia-islam#political-conditions-arabia 
  2. Marisa Farrugia, “War and peace in pre-Islamic Arabic poetry,” Humanitas: Journal of the Faculty of Arts, 2 (2003): 143-153.
  3. Ibn Ishāq, Sīratu Rasūlillāh, trans. Alfred Guillaume (Oxford: University Press, 2004), 146.
  4. Safiurrahman. Al-Mubarakfuri, Ar-Raheeq Al-Makhtum, trad. The Sealed Nectar (Al-Riyadh: Dar-us-Salam Publications 1996), 75.
  5. Al-Mubarakfuri, 125-126.
  6. United Nations, «The Charter of the United Nations,» 51 (VII) A (Paris, 1945), https://www.un.org/es/about-us/un-charter/chapter-7
  7. Niaz A. Shah, “The Use of Force under Islamic Law,” European Journal of International Law 24, no. 1 (2013):343-65.
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