sábado, abril 19, 2025
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Lectura sistemática

Pregunta: ¿Cómo se puede asegurar un enfoque sistemático para la lectura y el aprendizaje con el fin de mantener la coherencia y evitar desviaciones intelectuales en la acumulación de conocimiento, especialmente en el contexto de las ciencias religiosas y los temas contemporáneos?

Dios ha creado el universo en un sistema perfecto. Una persona que lea correctamente el “libro del universo” notará inmediatamente este maravilloso orden y armonía que prevalece en la existencia. Por ejemplo, todos los alimentos y bebidas provistos para nuestro uso tienen un propósito. Cuando se consumen correctamente y con moderación, resulta evidente que están perfectamente alineados con las necesidades del cuerpo humano.

Cada parte del reino de la existencia está en armonía dentro de las medidas de la creación. Como parte de este reino, el ser humano también debe adherirse a dicho sistema y buscar la armonía en el proceso de aprendizaje. Leer, aprender, evaluar y luego transformar el conocimiento en un producto no puede implementarse de manera efectiva sin un sistema. De lo contrario, el conocimiento adquirido puede convertirse en una carga innecesaria, llevando a la confusión y potencialmente desequilibrando a la persona. Al igual que mezclar químicos incompatibles en un laboratorio puede resultar en algo peligroso y dañino en lugar de los beneficios esperados.

Algunas personas leen todo lo que encuentran sin un orden, elección o consideración de sus necesidades particulares. Al hacerlo, almacenan en sus mentes conocimientos muy inconsistentes, desorganizados y no regulados; se les escucha decir cosas muy extrañas en lugares inesperados. Debido a la falta de razonamiento sistemático y un enfoque estructurado en la lectura, sus opiniones pueden variar significativamente de un día para otro. Lo que consideraban correcto ayer, pueden considerarlo incorrecto hoy. En ocasiones, presentan cuatro opiniones diferentes en un mismo día. Uno esperaría que al menos dos de estas opiniones estuvieran en armonía. Sin embargo, lamentablemente, las cuatro difieren entre sí, contradiciéndose mutuamente. Curiosamente, perciben todas estas perspectivas como correctas, defendiéndolas vehementemente y afirmando su validez.

Una forma crucial de cultivar el pensamiento sistemático y protegerse de desviaciones intelectuales es comprender las verdades establecidas y las disciplinas fundamentales esenciales. Posteriormente, el conocimiento adquirido debe ser examinado a la luz de estos fundamentos. Al abordar este asunto desde la perspectiva de las ciencias religiosas –como en el caso del islam– es imperativo comprender primero los principios fundamentales del Corán y la Sunna. Luego, es esencial estudiar cómo los Compañeros del profeta Muhammad (la paz sea con él) y los piadosos predecesores comprendieron estos principios. Después, familiarizarse con el extenso cuerpo de trabajo que abarca los enfoques e interpretaciones de los eruditos y juristas autorizados, quienes sirven como herederos intelectuales de las generaciones posteriores. Solo con tal fundamento se pueden abordar con precisión los temas relacionados con las ciencias islámicas, presentar una perspectiva bien fundamentada sobre estos asuntos y garantizar que las opiniones expresadas se manejen dentro de un marco estructurado.

Las neuronas de nuestro cerebro pueden almacenar una gran cantidad de información de cada libro leído, transmitiendo efectivamente múltiples archivos a la corteza cerebral. Sin embargo, sin adherirse a un enfoque sistemático y sin ser contrastado con las disciplinas fundamentales del campo de conocimiento relevante, este proceso no produce más que un revoltijo de información. En consecuencia, el resultado se convierte en una multitud de pensamientos no estructurados y sin disciplina, llevando a destinos inciertos.

Además, es crucial desarrollar y sistematizar el conocimiento acumulado transmitido por nuestros predecesores, aclarando puntos oscuros y adaptándolo a las necesidades contemporáneas, considerando las demandas de nuestro tiempo. En palabras del jurista de la escuela shafi’i: “Que Dios esté complacido con los piadosos predecesores por haber realizado tareas significativas que necesitaban hacerse. Que Dios también esté complacido con ellos por dejar muchas tareas para que nosotros las completemos”. Es importante recordar que cada individuo es un producto de su tiempo. Como los seres humanos no son entidades atemporales, sus pensamientos están influenciados por la era en la que viven. Con el paso del tiempo, estos pensamientos experimentan transformaciones, reflejando las interpretaciones de sus épocas, lo que afecta sus formas, patrones e incluso colores.

El Corán es la palabra de Dios; por lo tanto, es atemporal, y el tiempo no puede afectarlo. Del mismo modo, las normas claramente especificadas por nuestro Profeta (la paz y las bendiciones sean con él) no pueden sufrir cambios con el tiempo, como se explica en sus dichos. Sin embargo, el tiempo entra en juego en ciertas normas que están abiertas a la interpretación. De hecho, los eruditos autorizados tomaron esto en consideración en sus opiniones jurídicas. Es imperativo proceder con esta perspectiva en mente, teniendo en cuenta constantemente la interpretación del tiempo para las tareas que requieren atención en nuestra era.

En el mundo interconectado de hoy, que se asemeja a una aldea global, coexistimos bajo el mismo techo con otros, una realidad que no debe pasarse por alto. Además, la vida contemporánea trae consigo distracciones sin precedentes, ocupando la mente de las personas más que nunca. Asimismo, la diversificación de los campos de conocimiento ha llevado a la subdivisión de disciplinas científicas que antes estaban unificadas, cada una cultivando sus propios expertos. A diferencia del pasado, ya no es factible que una sola persona afirme tener autoridad sobre todos los asuntos. Por lo tanto, es esencial tener en cuenta estos factores al buscar soluciones a los problemas modernos. El enfoque más efectivo no radica en la acción individual, sino en el establecimiento de comités científicos encargados de un examen exhaustivo, considerando cada aspecto. Los comités establecidos, ya sea dedicados a campos como la interpretación, el hadiz, la jurisprudencia, la teología o las metodologías de estas disciplinas, deben reexaminar diligentemente los temas. Deben analizar los asuntos a la luz de las fuentes primarias, tener en cuenta el contexto contemporáneo, considerar la interpretación del tiempo y emprender una nueva clasificación y organización de estos temas. Tal enfoque facilitará el acceso contemporáneo a la riqueza del conocimiento en estas áreas, fomentando un aprendizaje cómodo y maximizando su utilidad y beneficio general.

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