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Superar la cultura de la cancelación: Una llamada a la compasión y el crecimiento

En 2017, la ayudante del fiscal del condado de Harris, en Texas, Courtney Rosen, fue víctima de un caso de confusión de identidad en las redes sociales. Todo comenzó cuando una mujer con el mismo nombre publicó comentarios racistas en Twitter sobre mujeres afroamericanas. En las semanas posteriores, usuarios de Facebook y Twitter continuaron compartiendo una serie de mensajes de varios meses antes, atribuidos erróneamente a Rosen debido a la coincidencia de nombres con la autora original, también llamada Courtney Rosen.

Como resultado, la ayudante del fiscal se enfrentó a una avalancha de ataques en las redes sociales, lo que llevó a sus supervisores a investigar el asunto. La investigación reveló que se trataba de una confusión de identidad, y su oficina emitió un comunicado en su defensa (Barned-Smith, 2017). Aunque posteriormente se suspendió la cuenta del usuario que había hecho las publicaciones despectivas, el daño a la reputación de Rosen ya estaba hecho.

¿Qué es la cultura de la cancelación?

La cultura de la cancelación es un fenómeno social que se manifiesta en el rechazo público o la retirada de apoyo hacia individuos o entidades, como celebridades o figuras públicas, debido a comportamientos, declaraciones o creencias consideradas censurables (Vogels, 2021). En la era digital, esta práctica se ha convertido en una fuerza poderosa que moldea la percepción y el trato de las personas en la sociedad. Con su juicio rápido, condena y posterior exclusión por errores percibidos, la cultura de la cancelación proyecta una sombra que afecta el bienestar de aquellos que se encuentran bajo su influencia, ya sea como acusadores o acusados (Vus, 2018).

Aunque es fundamental reconocer que la cultura de la cancelación ha desempeñado un papel importante al exigir responsabilidad a individuos abusivos en posiciones de poder, también debemos considerar su impacto más amplio en la sociedad. Según datos del Pew Research Center, el 58% de los estadounidenses cree que exponer a alguien en las redes sociales les hace responsables de sus acciones, mientras que el 38% opina que castiga a personas que no lo merecen. Además, 1 de cada 4 personas teme perder su empleo por cometer un error, expresar opiniones políticas contrarias, o simplemente por ir en contra de las normas establecidas (Vogels, 2021).

La cultura de la cancelación tiende a simplificar y estigmatizar en exceso, creando un entorno en el que las personas son definidas por sus peores momentos, fomentando un clima de miedo y aprensión. Este escrutinio constante y el temor a ser cancelado, combinado con la naturaleza pública de este fenómeno, han generado una serie de desafíos sociales y de salud mental. Hoy en día, las personas navegan por una era en la que un solo error puede resultar en una censura pública masiva. El miedo a enfrentar la condena social y sus posibles consecuencias impregna la vida cotidiana de quienes se encuentran atrapados en esta dinámica.

Este fenómeno es particularmente perjudicial para los adolescentes, quienes son extremadamente vulnerables a los juicios de sus compañeros. De acuerdo con una revisión de investigaciones sobre los medios de comunicación y el desarrollo del cerebro adolescente, este grupo de edad es especialmente sensible a las influencias sociales debido a que las regiones cerebrales responsables de los aspectos sociales de la vida aún se están desarrollando (Crone y Konjin, 2018). Además, estudios de imágenes cerebrales han demostrado que el rechazo social y la cancelación activan las mismas áreas del cerebro adolescente que se activan con el dolor físico, literalmente causando dolor (Kross et al., 2011).

Los impactos negativos de la cultura de la cancelación se extienden también a quienes participan activamente en la cancelación y a los espectadores. Los adolescentes que cancelan a otros pueden actuar motivados por un sentido de justicia o fuertes creencias morales, lo que puede considerarse positivo. Sin embargo, esta práctica fomenta un entorno en el que la empatía y la compasión son reemplazadas por el deseo de tener razón. En lugar de aprender a debatir y confrontar puntos de vista divergentes, quienes cancelan a otros optan por excluir o bloquear a aquellos que consideran equivocados. Por otro lado, los observadores de estas dinámicas a menudo experimentan ansiedad y preocupación por ser los próximos en ser cancelados, así como sentimientos de culpa por no haber defendido a quienes fueron abruptamente rechazados.

La dinámica que subyace al auge de la cultura de la cancelación en la era digital

El surgimiento de la cultura de la cancelación en los últimos años puede atribuirse, en gran medida, a los efectos perturbadores de la era digital, especialmente a la influencia expansiva de las redes sociales. Estas plataformas permiten una comunicación rápida y global, facilitando que los usuarios expresen sus opiniones y movilicen apoyo para diversas causas de forma instantánea. La creciente visibilidad de figuras públicas, alimentada por la interconexión del mundo digital, ha intensificado las expectativas de rendición de cuentas, sometiendo a un escrutinio riguroso tanto sus acciones como sus declaraciones pasadas. Aunque estas plataformas han empoderado a las voces marginadas y han ayudado a exponer injusticias, también han fomentado consecuencias rápidas y, a veces, desproporcionadas que caracterizan a la cultura de la cancelación.

La polarización y las divisiones ideológicas también desempeñan un papel crucial en la cultura de la cancelación en el discurso contemporáneo. El carácter politizado de los debates sociales lleva a que la cancelación se utilice como una herramienta para silenciar la disidencia o sancionar a quienes desafían las normas establecidas de sus comunidades. Además, la evaluación de actos o comentarios suele carecer de la complejidad y el contexto necesarios, una carencia que se ve agravada por las limitaciones inherentes a las plataformas de redes sociales, donde el límite de caracteres y la velocidad de los intercambios dificultan una comprensión profunda y matizada de los incidentes.

La cultura de la cancelación, impulsada en parte por un auténtico deseo de promover la justicia social, pretende responsabilizar a las personas por conductas o creencias percibidas como dañinas. Los defensores de esta práctica argumentan que la rendición de cuentas es esencial para construir una sociedad más equitativa e inclusiva (Vus, 2018). No obstante, el desafío radica en encontrar un equilibrio adecuado entre exigir responsabilidades y brindar oportunidades para el crecimiento personal y el arrepentimiento. A medida que esta cultura continúa desarrollándose, los debates actuales se centran en cómo alcanzar este equilibrio delicado, considerando las complejidades que conllevan los juicios precipitados en el entorno digital.

La cultura de la cancelación en la historia

La cultura de la cancelación, aunque parece un fenómeno propio de la era digital, tiene raíces históricas donde las personas se enfrentaban a críticas, rumores y ostracismo por desafiar las normas establecidas o proponer ideas innovadoras. La versión contemporánea, con sanciones rápidas y a menudo severas por infracciones percibidas, es una manifestación moderna de una tendencia antigua.

Un claro ejemplo de esta dinámica se encuentra en la vida de Sócrates, el renombrado filósofo griego de la antigüedad, quien también sufrió una forma de censura social que recuerda a la actual cultura de la cancelación. En el contexto de la vida política y cultural de la antigua Atenas, Sócrates desafió los supuestos culturales y religiosos de su tiempo, lo que le ganó tanto admiración como hostilidad. Fue acusado de corromper a la juventud debido a su defensa del pensamiento crítico y la reflexión sobre las convenciones tradicionales. A pesar de su defensa en el juicio y su lealtad declarada a los dioses de Atenas, Sócrates fue condenado a muerte (Nash, 2022).

Otro caso similar se refleja en la historia de Aisha, esposa del profeta Muhammad (la paz sea con él), quien fue víctima de una condena social injusta. Un incidente inocente entre Aisha y un Compañero del Profeta dio lugar a rumores maliciosos de impropiedad. Las especulaciones resultantes no solo perjudicaron su reputación, sino también la paz social. Este suceso se asemeja a la cultura de la cancelación moderna, donde las personas enfrentan graves consecuencias por rumores sin fundamento o narrativas falsas. La exoneración de Aisha a través de una revelación coránica subraya los peligros de las acusaciones infundadas y el potencial de las historias engañosas para dañar a otros, destacando la importancia del discernimiento y la justicia frente al juicio social (Haylamaz, 2016).

Como muestran estos dos ejemplos históricos, el acto de cancelación a menudo implica el alejamiento de las personas de los círculos sociales. Este aislamiento, junto con la pérdida de redes de apoyo, puede conducir a un profundo sentimiento de soledad y desesperación. Ya sea en público o en privado, el aislamiento deja a los individuos luchando con un sentimiento de rechazo y alienación social.

Pero, ¿qué sucede con los ejemplos de personas que se equivocaron, admitieron sus errores, pero fueron incapaces de encontrar un camino hacia la redención? El cómico Kevin Hart, por ejemplo, renunció a presentar los Oscar 2019 después de que resurgieran tuits que contenían comentarios homófobos. Aunque los tuits eran ofensivos, algunos argumentaron que el contexto era cómico, que ocurrieron cuando Hart era mucho más joven y que él ya había abordado y pedido disculpas por esos errores en el pasado. Por lo tanto, se cuestionó si la rápida cancelación fue justificada. Chrissy Teigen, por su parte, fue denunciada en las redes sociales por comentarios de acoso realizados en el pasado. Aunque Teigen se arrepintió, se disculpó y tomó tiempo para la reflexión personal y el crecimiento, se le negó la posibilidad de redención pública durante un largo período. Si esto les ocurre a las personas famosas, es razonable suponer que también afecta a individuos comunes. La pregunta entonces es: ¿cómo sugieren los expertos que hagamos que las personas rindan cuentas de manera responsable cuando cometen un error?

Reclamar en lugar de denunciar

En un estudio realizado en 2020 por el British Journal of Social Psychology, los investigadores descubrieron que los expertos pedagógicos y terapéuticos recomiendan los siguientes pasos para responsabilizar a las personas sin recurrir a la vergüenza pública y la cancelación:

1. Defina claramente los detalles de la situación y explique por qué son problemáticos utilizando pruebas objetivas.

2. Comuníquese directamente con la persona o entidad afectada siempre que sea posible.

3. Dé a la parte contraria la oportunidad de expresar su punto de vista. Si se presentan disculpas y se acuerda un plan de resolución, existe la posibilidad de seguir adelante cuando todas las partes estén preparadas.

4. Céntrese en resolver el problema actual sin escalar excesivamente.

Adoptar un enfoque de “reclamación”, en lugar de “cancelación”, es útil para responsabilizar a las personas con actitudes perjudiciales y evitar al mismo tiempo la cultura de la cancelación. Los expertos destacan la importancia de convencer a las personas para que acepten la responsabilidad de sus actos en lugar de culparlas públicamente. Sostienen que ilustrar suavemente las consecuencias perjudiciales de sus palabras y acciones, con compasión y simpatía, suele llevar a las personas a reconocer y aceptar su responsabilidad. Sin embargo, si la cancelación se convierte en una exhibición pública de señalización de virtudes o de control, la persona cancelada puede negarse a rendir cuentas, impidiendo el crecimiento y el desarrollo positivos (Woods y Ruscher, 2020).

Al reconocer el profundo impacto de la cultura de la cancelación en la sociedad, surge la necesidad imperiosa de un cambio transformador en la perspectiva, un cambio basado en la esperanza, el perdón y la redención.

Buscar orientación a través de la fe

“Mas, sin duda, soy Indulgente hacia quien se arrepiente y cree y obra actos buenos y rectos, y de ahí en adelante se mantiene en el camino recto.” (Corán, 20:82).

Frente al impacto de la cultura de la cancelación en la sociedad, las enseñanzas islámicas, junto con las tradiciones cristianas y judías, proporcionan una base sólida arraigada en la esperanza, la resiliencia y el poder transformador de la fe. En estas religiones abrahámicas, el concepto del perdón es fundamental. El islam, por ejemplo, enfatiza la tawbah, una vía para buscar el perdón, aprender de los errores y abrazar el crecimiento personal (Gulen, 2006). Este principio se alinea con las enseñanzas del cristianismo, que subraya el papel del perdón, la compasión y la posibilidad de redención a través del arrepentimiento, así como con las tradiciones judías, que se centran en la teshuvah, destacando el arrepentimiento y la transformación positiva (Eichler Berkun, 2003).

La afirmación del profeta Muhammad (la paz sea con él) “Cada uno de vosotros es el espejo de su hermano, así que si ve una falta en él, que se la limpie” (Tirmizi), resuena con el énfasis cristiano en apoyarse y perdonarse unos a otros, soportando las cargas de los demás, así como con el enfoque judío en la responsabilidad comunitaria y el apoyo mutuo.

Este cambio de paradigma para pensar y abordar los errores de los demás no es un ideal lejano, sino una llamada tangible a la acción, una invitación a desafiar la narrativa perfeccionista que a menudo propaga la cultura de la cancelación. Implica reconocer la capacidad humana para cometer errores no como puntos finales, sino como oportunidades para un crecimiento profundo. Todas las enseñanzas mencionadas destacan la importancia de fomentar comunidades de apoyo que ayuden a las personas en su camino, como contrapeso a la naturaleza aislante de la cultura de la cancelación. En lugar de la exclusión y el juicio, el estímulo y la creación de comunidades de apoyo que eleven a las personas deberían ocupar un lugar central. Los principios compartidos del perdón, la redención, la esperanza y la resiliencia que se encuentran en estas tradiciones religiosas ofrecen colectivamente una sabiduría que trasciende las fronteras religiosas, presentando un enfoque holístico para contrarrestar los aspectos adversos de la cultura de la cancelación y fomentar un discurso social más compasivo y comprensivo.

Bibliografía:

  • Barned-Smith, St. John. “Local Prosecutor Wrongfully Blamed for Racist Twitter Posts, Superiors Say.” Houston Chronicle, 2017. https://www.chron.com/news/houston-texas/article/Local-prosecutor-caught-up-in-social-media-10981357.php.
  • Crone, Eveline A., and Elly A. Konijn. “Media Use and Brain Development during Adolescence.” Nature Communications 9, no. 1 (21 de febrero de 2018). https://doi.org/10.1038/s41467-018-03126-x
  • Eichler Berkun, Lauren. “Torah and Teshuvah.” Jewish Theological Seminary, 2003. https://www.jtsa.edu/torah/torah-and-teshuvah/
  • Gülen, Fethullah. https://fgulen.com/es/sus-obras/las-colinas-esmeralda-del-corazon/tawba-arrepentimiento-inaba-contricion-sincera-y-awba-volverse-a-dios-en-arrepentimiento
  • Haylamaz, Resit. Aisha: The wife, the companion, the scholar. New Jersey: Tughra Books, 2016. 
  • Kross, Ethan, Marc G. Berman, Walter Mischel, Edward E. Smith, and Tor D. Wager. “Social Rejection Shares Somatosensory Representations with Physical Pain.”Proceedings of the National Academy of Sciences 108, no. 15 (28 de marzo de 2011): 6270–75. https://doi.org/10.1073/pnas.1102693108. 
  • Nash, Marc. “Classic Case of Cancel Culture.”Index on Censorship 51, no. 1 (March 23, 2022): 160–160. https://doi.org/10.1177/03064220221085926. 
  • Rueb, Emily S., and Derrick Bryson Taylor. “Obama on Call-out Culture: ‘That’s Not Activism.’” The New York Times, 31 de octubre de 2019. https://www.nytimes.com/2019/10/31/us/politics/obama-woke-cancel-culture.html.
  • Vogels, Emily A. “Americans and ‘Cancel Culture’: Where Some See Calls for Accountability, Others See Censorship, Punishment.” Pew Research Center: Internet, Science & Tech, 19 de mayo de 2021. https://www.pewresearch.org/internet/2021/05/19/americans-and-cancel-culture-where-some-see-calls-for-accountability-others-see-censorship-punishment/.
  • Vus, Viktor. “Mental Health: Global Challenges Journal – 2018.”Mental Health: global challenges Journal, 14 de noviembre de 2018. https://doi.org/10.32437/mhgcj-2018. 
  • Woods, Freya, and Janet Ruscher. “‘calling-out’ vs. ‘Calling-in’ Prejudice: Confrontation Style Affects Inferred Motive and Expected Outcomes.” The British journal of social psychology, 2020. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32633003/.
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