Pregunta: ¿Cuáles son los mensajes que podemos extraer del versículo coránico “La reconciliación pacífica es mejor” (4:128)?
El principal factor que subyace en los conflictos y enfrentamientos de hoy en día es el ensimismamiento. Cada persona busca imponer su propio modelo de individuo, familia, ciudad, Estado y mundo. En un mundo donde todos persiguen su propio modelo y estructura, es imposible encontrar un punto medio y llegar a un acuerdo. Así, cuando cada intelectual, grupo y Estado propone sus propias ideas y sistemas, tomándolos como el único criterio válido y esperando que los demás se adapten a ellos, es evidente que resultará en un caos. Lamentablemente, esta es la realidad que subyace en las tensiones, el desorden y la confusión que experimentamos hoy en día.
El mejor remedio para resolver estas confusiones es la tolerancia y la clemencia, estar abiertos a acuerdos y reconciliaciones con casi todos, y nuestra disposición a entablar diálogos con los demás. Para lograr esto, necesitamos desprendernos de nuestros caprichos, avaricia y de la creencia de que nuestros propios sentimientos y pensamientos son el único camino correcto. Sin duda, esto depende de la capacidad de una persona para liberarse del orgullo, destruir el egotismo del “yo” y pasar por el estado del “nosotros”, para luego dirigirse hacia “Él” (Dios).
Es muy difícil para aquellos dominados por su egotismo, por consideraciones de afiliación o por el amor a sus grupos o partidos, estar abiertos a la paz y recibir con respeto ideas diferentes. Mientras pongan sus propios intereses por encima de todo y no puedan deshacerse del fanatismo, no podrán formar estrategias de paz para el bien de la humanidad. De hecho, es muy difícil decir que esas personas alguna vez tengan tal objetivo en mente, ya que son consistentemente inflexibles ante la diversidad.
En el mundo globalizado actual, no hay otra alternativa que la tolerancia y el diálogo para que la humanidad viva en paz. Para que una cultura de tolerancia prevalezca, es necesario que tanto individuos como sociedades dejen de verse a sí mismos como los representantes absolutos de la verdad y siempre consideren la posibilidad de que los pensamientos y enfoques de otros también puedan ser correctos. Incluso si las ideas y pensamientos diferentes no son completamente verdaderos, no se debe olvidar que puede haber un grano de verdad en ellos.
Hoy en día, cada uno tiene una perspectiva “correcta” peculiar y las opiniones de los demás son incorrectas solo porque pertenecen a otros. Este sesgo no permite discutir adecuadamente si son correctas o no. A veces, intentamos defender ideas en las que ni siquiera creemos.
En realidad, al decretar que “la reconciliación pacífica es mejor” (Nisa 4:128), el Corán invita a las personas a la reconciliación y al acuerdo, a aceptar que también puede haber una parte de verdad en las declaraciones y acciones de los demás. Como es sabido, este versículo fue revelado sobre la familia, la unidad más pequeña de la sociedad. Dios Todopoderoso mostró el camino a seguir ante las discordias y situaciones ocasionales entre esposos; enseñó que no deben considerar el divorcio de inmediato, sino que es necesario buscar un acuerdo mutuo mientras se preserva la familia.
Dado que el Corán exige resolver los conflictos y fisuras por medios pacíficos, incluso a nivel familiar, será mucho más deseable abordar los problemas a nivel mundial con paz.
En este sentido, sin importar qué aspecto de la sociedad esté en cuestión, el deber que recae sobre las personas es buscar mantener la paz y todos los beneficios y buenos resultados que provienen de medios pacíficos. El hecho de que las personas tengan diferentes religiones, culturas, identidades étnicas y cosmovisiones no debe verse como un obstáculo para esto. Se debe demostrar que la coexistencia pacífica es posible incluso entre personas que siguen diferentes religiones o que no creen en ninguna religión.
Por lo tanto, es necesario desarrollar proyectos para mantener una paz general y elaborar estrategias razonables, porque mantener la paz no es tan fácil como podría parecer. El mantenimiento de la paz requiere esfuerzos y dedicación muy serios. En el camino para obtener un resultado tan importante, a veces es necesario estar dispuestos a olvidar ciertas disputas del pasado, a estar listos para perdonar y a hacer concesiones cuando sea necesario. En resumen, es necesario soportar todo lo posible por el bien de permitir que las personas vivan juntas en un ambiente de paz. Por supuesto, al hacerlo, nadie debe comprometer el honor de un pueblo o las sociedades.
Solo aquellos que están vivos en espíritu, corazón, sentidos, sentimientos y pensamientos lograrán construir un espíritu de unidad y una cultura de reconciliación en la sociedad. Las personas con un espíritu elevado pueden inspirar vitalidad en los demás. Para quienes han alcanzado un nivel profundo de satisfacción y contento espiritual, incluso los problemas más grandes se vuelven insignificantes. Estas personas cruzan enormes abismos con la facilidad de saltar sobre pequeños charcos. Sin embargo, una persona que no ha logrado liberarse de su ego, que sigue orientada hacia lo material y que aún es dirigida por caprichos y deseos, en resumen, alguien que no ha comenzado a adentrarse en los niveles de vida del corazón y el espíritu, no contribuirá mucho a la paz y felicidad de la humanidad.
Esta es una razón significativa para las rupturas, grietas, conflictos y peleas que ocurren en nuestro tiempo. Las personas que no han madurado lo suficiente son muy susceptibles y se ofenden fácilmente por cosas insignificantes. Como no han podido deshacerse de su aspereza, se sienten ofendidas y heridas de inmediato cuando no encuentran las miradas o actitudes que esperaban. Si alguien les da un empujón para vigorizar, advertir o estimular, reaccionan como si hubieran sido heridos con una lanza.
El deber de los creyentes es no sentirse heridos, incluso frente a comportamientos ofensivos. En lugar de acusar a quienes actúan negativamente y hacer suposiciones negativas sobre ellos, deberían volverse hacia Dios y decir: “Oh Dios, probablemente estamos enfrentando estas dificultades debido a nuestra falta de rectitud; por favor, enderézalos a ellos y a nosotros”.
Uno debe ser muy determinado en no sentirse herido ni ofendido por nadie. Si nos hemos dedicado a servir a la humanidad, entonces es necesario colocar nuestras cabezas bajo sus pies con total sacrificio. Como lo expresó Seyyid Nigari, un famoso poeta sufi del siglo XIX:
“¿Se preocupará por su propia vida quien busca al Amado?
¿Y aquel que se preocupa por su propia vida estará en busca del Amado?”
Creo que este es el pensamiento que permitirá a la humanidad enderezarse nuevamente. Son generaciones que llevan consigo este pensamiento las que podrán reparar las grietas a nivel social y permitirán que la humanidad viva en paz y armonía.