jueves, noviembre 21, 2024
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LA MORALEJA DE LA PARÁBOLA DE CAÍN Y ABEL

PREGUNTA: ¿Cuáles son los mensajes transmitidos a los creyentes en la parábola de Caín y Abel?

En relación con esta y otras narraciones del Corán, es importante tener en cuenta que no están presentes en las Sagradas Escrituras únicamente para transmitir conocimientos históricos. El Corán nos enseña ciertas verdades a través de ellas. Nuestro deber es encontrar sus aspectos relevantes para nuestra época y extraer lecciones de ellos.

No será tan provechoso realizar una consideración superficial para desvelar las verdades que se esconden detrás de estos versículos. Es necesario leerlos una y otra vez, en su totalidad y con reflexión seria. Nuestro enfoque hacia cada versículo debería ser “Sin duda debe estar diciéndome algo aquí”, como si fuera una dirección directa para nosotros. De la misma manera debemos acercarnos a la parábola de los dos hijos del profeta Adán.

Como se conoce, surgió una disputa entre Caín y Abel. Caín no aceptó lo que Dios había decretado para él. En busca de una forma de determinar quién tenía razón y quién estaba equivocado, recurrieron a una práctica común en aquella época. Según esta práctica, un fuego descendente del cielo consumiría el sacrificio del justo y no afectaría al sacrificio del otro. De este modo, se revelaría quién estaba en lo correcto y quién no. Cada uno ofreció su sacrificio y un fuego que descendió del cielo se llevó el sacrificio de Abel. Caín, cegado por la codicia y la envidia, no pudo aceptar el resultado, a pesar de que su error fue confirmado por el propio Dios Todopoderoso. Posteriormente, cometió el pecado de asesinar a su hermano, como se relata en el Corán. A continuación, enterró el cuerpo en la tierra, siguiendo el ejemplo de un cuervo que vio escarbando en la tierra.

Ahora, imagina a una persona que ha sido criada en el hogar de un profeta. Sin embargo, no está de acuerdo con el decreto de Dios para él, y luego comete un asesinato deliberado, ocultando las pruebas de su acción. Su descontento con Dios y el asesinato de su hermano son crímenes tan graves que lo llevan paso a paso hacia un reino oscuro; puede que incluso cayera en la incredulidad después de un cierto punto, ya que el Corán indica que se convirtió en un perdedor eterno.

Nárrales (Oh Mensajero) la verdad de la experiencia ejemplar de los dos hijos de Adán…” (5:27-31). El Corán y los hadices auténticos del Mensajero no mencionan sus nombres. Estos nombres son tomados del Antiguo Testamento. Sin importar cómo se llamaran, ambos fueron criados bajo la guía de un Profeta, en un hogar donde la revelación fluía hacia ellos. Por lo tanto, es muy probable que Caín fuera un creyente al igual que Abel, pero obedeció a Satanás y cometió fratricidio. Caín fue el primero de los hijos de Adán en cometer un asesinato, abriendo así el camino hacia el mal por primera vez. En este sentido, su pecado es múltiple y este pecado puede haberlo llevado a la incredulidad; según el planteamiento de Said Nursi, todo pecado es un camino que conduce a la incredulidad. Al mismo tiempo, cada paso dado hacia el pecado es un paso dado hacia la incredulidad.

El pecado que llevó a la perdición de Caín fue el de los celos y la intolerancia. Su envidia hacia lo que Dios había concedido a su hermano y su negativa a aceptar el decreto divino fueron los factores principales. Como se destaca claramente en varios versículos del Corán, Dios creó a cada persona de manera única. Les otorgó diferentes bendiciones, talentos y habilidades, y a unos los hizo mejores que a otros. Incluso entre los profetas, el Corán afirma que algunos fueron elevados por encima de otros. (17:55) Aunque una persona pueda destacarse en cierto aspecto, puede quedarse rezagada en otro. Por razones de sabiduría desconocidas para nosotros, el Todopoderoso puede haber dado más a algunos individuos, dotándolos de conocimiento y sabiduría, ampliando así sus horizontes. Al utilizar adecuadamente estas bendiciones de Dios, pueden haber logrado un mayor progreso. Cada uno de estos aspectos es una prueba y aquellos que han recibido más bendiciones en ciertas áreas también tienen una mayor responsabilidad. Al cumplir con esta responsabilidad, superarán la prueba.

La responsabilidad de cada persona está en consonancia con las bendiciones que ha recibido. El deber de un creyente es aceptar y cumplir los decretos de Dios Todopoderoso con respeto, estar satisfecho con lo que se le ha otorgado y asumir la responsabilidad correspondiente a su propia suerte. Sin embargo, muchas personas no toleran fácilmente a aquellos que son superiores a ellos. Debido a los celos, estas personas destruyen sus propios corazones, agotan sus buenas acciones y se cargan de pecados sin siquiera darse cuenta. Si no se esfuerzan por apagar el fuego de la intolerancia y la envidia, y no controlan estos sentimientos, entonces esas personas los ponen en acción y cometen pecados.

La actitud de Abel

Otro aspecto destacado en la parábola mencionada es la actitud adoptada por Abel frente al intento de asesinato de Caín. El Corán relata esta actitud de la siguiente manera: “Aún así, si alzas tu mano contra mí para matarme, yo no alzaré mi mano contra ti para matarte. Sin duda alguna, yo temo a Dios, Señor de los Mundos”. Estas palabras de Abel nos aconsejan evitar la ley del talión, es decir, no responder a la agresión con más agresión.

Sin embargo, esto no implica necesariamente que debamos renunciar a nuestro derecho de defensa legal cuando sea apropiado. Al contrario, cada individuo es responsable de proteger su fe, vida, honor y propiedad. La defensa legal no es un pecado ni un crimen. Si una persona muere mientras intenta proteger estos valores fundamentales, se le considera un mártir.

De cualquier manera, también es importante responder con tolerancia en la medida de lo posible, sin dejar de proteger lo que es necesario. “Sin manos contra aquellos que nos golpean, sin lengua contra aquellos que nos maldicen y sin corazón amargado contra aquellos que se sienten amargados hacia nosotros”; esta respuesta es esencial tanto para mejorar las relaciones personales como para establecer la paz en nuestras comunidades locales y en todo el mundo. Aunque algunos nos muestren los dientes gruñéndonos, debemos responder diciendo: “Dios no nos dio dientes para morder a otros ni garras para atacarlos”. Seguimos prefiriendo comportarnos con amabilidad con todos, especialmente con nuestra comunidad de creyentes, como muestra de generosidad; este debe ser nuestro carácter constante.

En nuestra época, incluso los asuntos triviales se convierten en un caos debido a consideraciones políticas u otros intereses ocultos. Se exageran enormemente asuntos insignificantes para obtener reconocimiento y estatus, generando grandes disputas en torno a ellos. Por lo tanto, es de vital importancia elegir el camino de la comprensión y no responder al mal con malicia, para así establecer la paz en la sociedad. Sería deseable que los políticos también aprendieran esta lección del Corán y revisaran su estilo en consecuencia. Sería deseable que examinaran sus formas y métodos a la luz de las virtudes coránicas, y que pudieran moderar ciertas actitudes y comportamientos. Ojalá no actuaran de forma tan reactiva, evitando avivar las llamas del desacuerdo y preservando los puentes hacia la paz.

El equilibrio en el amor y la ira

El Mensajero de Dios aconseja a una persona que mantenga la moderación al amar a alguien y al enojarse con alguien, porque la persona a quien amamos podría convertirse en un enemigo algún día y la persona con la que estamos enojados podría convertirse en un amigo algún día (Véase Tirmizi, Birr 60). Por lo tanto, cuando llegue ese día, podrías sentir un remordimiento muy serio por lo que hiciste en el pasado. Por tanto, no debemos excedernos ni en el amor ni en la ira.

Si elogias a alguien excesivamente, caerá desde lo más alto y se desmoronará cuando dejes de hacerlo. Del mismo modo, cuando estés enfurecido con alguien, debes saber controlar tu ira, ya que vuestros caminos podrían cruzarse en términos muy diferentes en el futuro. No debemos actuar solo pensando en el presente, como si no hubiera un mañana. ¿Quién sabe? Tal vez mañana nos encontremos lado a lado con personas con las que hoy estamos en desacuerdo, y en un momento crítico podríamos tener que luchar juntos contra un adversario común.

Esta fue precisamente la conducta seguida por Abel, presentado como un modelo de virtud. Ojalá las personas que influyen en los demás con sus ideas y escritos actúen de manera más sensata, teniendo en cuenta el futuro del camino que están recorriendo.

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