Los seres humanos pueden vivir vidas relativamente largas, ¡algunas incluso un siglo o más! Nuestro cuerpo experimenta muchas cosas para mantenernos con vida, pero nada es tan implacable como nuestro corazón. Desde el primer mes en el vientre de nuestras madres hasta nuestros últimos segundos en la Tierra, nuestro corazón late en silencio. Late más veces de las que podemos imaginar. ¿Cuántas veces late en 80 años? ¿Diez millones? ¿Cien millones? ¿Quizás mil millones? La respuesta correcta está cerca de los tres mil millones (3.000.000.000) de latidos. A simple vista, estos latidos pueden parecer simples, pero el corazón tiene numerosos mecanismos precisos que ocurren en cada latido. Sorprendentemente, el más mínimo fallo puede tener graves consecuencias. Las cosas pueden salir muy mal de muchas maneras diferentes. Sin embargo, para la mayoría de nosotros, ¡eso no sucede! Sigue leyendo y estoy seguro de que apreciarás mejor la arquitectura y la ingeniería de tu corazón, y te maravillarás de que siga latiendo durante tanto tiempo.
Comencemos con lo básico: ¿cómo es nuestro corazón y cómo funciona su bombeo? El corazón consta de cuatro cámaras: dos aurículas en la parte superior y dos ventrículos en la parte inferior. Las aurículas reciben la sangre que llega al corazón y la envían hacia los ventrículos, los cuales la bombean hacia el exterior. Los lados izquierdo y derecho del corazón están completamente separados. El lado derecho recibe la sangre del cuerpo y la bombea hacia los pulmones, mientras que el lado izquierdo recibe la sangre de los pulmones y la impulsa hacia todo el cuerpo. Además, en las salidas de cada una de las cuatro cámaras hay válvulas cuya función principal es permitir el flujo de sangre en una sola dirección. Esto es crucial por diversas razones.
El corazón es un órgano muy reactivo y se remodela para adaptarse a cambios de presión o volumen. Si hubiera una regurgitación de sangre, es decir, una fuga hacia atrás, se produciría un aumento de la presión y el volumen en la cámara correspondiente. Con el tiempo, esto provoca un agrandamiento o un engrosamiento de dicha cámara. A corto plazo, estos cambios son importantes para mantener su función adecuada. Sin embargo, a largo plazo, pueden reducir la eficacia de su capacidad de bombeo, lo que puede desencadenar una insuficiencia cardíaca. Cada cámara, pared y válvula están ubicadas magistralmente en nuestro corazón para formar la bomba perfecta.
Después de explorar la compleja arquitectura de nuestro corazón, veamos cómo funciona esta asombrosa bomba. Al igual que cualquier otra bomba, el corazón opera con energía eléctrica. Afortunadamente, no necesita estar conectado a una corriente eléctrica. Nuestro corazón genera su propia electricidad en el nódulo sinoauricular (SA), ubicado en la parte superior del corazón. Este nódulo actúa como generador y marcapasos del corazón, iniciando el latido. La señal eléctrica que se genera se propaga a través del corazón, provocando su contracción rápida.
Sin embargo, la electricidad es extremadamente rápida. El impulso eléctrico puede llegar a todas las células del corazón en un abrir y cerrar de ojos. Si esto sucediera, el corazón se contraería en un solo latido. Sin embargo, como todos sabemos, el latido del corazón consta de dos partes. Esta división en dos partes es esencial para el bombeo de la sangre. Aquí es donde entra en juego el segundo nódulo del corazón, el nódulo auriculoventricular (AV). Este nódulo actúa como un sistema de frenado que ralentiza la propagación de la electricidad del circuito auricular (superior) al circuito ventricular (inferior).
Te preguntarás, ¿cuánto dura este retraso? ¡Aproximadamente una décima de segundo! Este breve retraso es la razón por la que escuchamos los latidos del corazón como dos sonidos distintos. Permite que las aurículas bombeen toda la sangre hacia los ventrículos (primer sonido) antes de que los ventrículos la impulsen hacia el cuerpo (segundo sonido). De lo contrario, los ventrículos bombearían cuando están medio vacíos, ¡dejando al cuerpo desabastecido! Como dice el refrán, “las prisas matan”.
Ahora tenemos una mejor comprensión de la arquitectura y la ingeniería eléctrica del corazón. Pero ¿cómo distinguen los médicos un corazón sano de uno enfermo? Al igual que los inspectores de edificios, los médicos cuentan con herramientas especializadas para evaluar la estructura del corazón. Las tres herramientas más utilizadas son el estetoscopio, el electrocardiograma y el ecocardiograma. Estas herramientas les permiten examinar y diagnosticar diferentes aspectos de la salud del corazón.
El estetoscopio
El estetoscopio, un símbolo distintivo de la profesión médica, ha perdurado incluso en medio de los avances tecnológicos de la medicina moderna. Como muchos saben, permite a los médicos auscultar directamente el corazón. Al escuchar atentamente, es posible detectar las anomalías más comunes, como las arritmias y las disfunciones valvulares. Una arritmia ocurre cuando el corazón no sigue un ritmo regular, lo cual suele indicar un problema en el sistema eléctrico del corazón. En la mayoría de los casos, este tipo de irregularidades pueden ser identificadas a través del estetoscopio. De manera similar, las válvulas que no funcionan correctamente suelen generar sonidos anormales, conocidos como “soplos”. Una válvula anormal puede producir un “clic” al abrirse o un “silbido” cuando la sangre fluye a través de ella.
El electrocardiograma
Hemos mencionado previamente cómo la electricidad juega un papel crucial en las funciones del corazón. Los médicos pueden diagnosticar muchos problemas cardíacos simplemente al examinar un electrocardiograma (ECG), que nos ofrece una visión del movimiento eléctrico a través del corazón. Cada pequeña ondulación y cada pico en una lectura de ECG representa la contracción o relajación de las diferentes partes del corazón. Al analizar un ECG, los médicos pueden determinar si la electricidad fluye de manera adecuada y si el corazón está bombeando correctamente. Entre los problemas más comunes que pueden diagnosticarse mediante un ECG se encuentran los infartos de miocardio, las arritmias y otros ritmos cardíacos peligrosos que requieren una descarga eléctrica externa, conocida como desfibrilación.
El ecocardiograma
¿Es posible escuchar el corazón y controlar su actividad eléctrica, pero qué hay de verlo en acción? ¡Claro que sí! Un ecocardiograma nos muestra el bombeo del corazón en tiempo real. Esta herramienta es excelente para realizar una evaluación completa del corazón y puede ayudar a identificar problemas que no pueden ser detectados mediante un estetoscopio o un ECG. El ecocardiograma nos brinda una especie de “video” del corazón, permitiendo a los médicos observar con precisión la fuerza con la que cada parte del corazón late, la cantidad de sangre que es bombeada y si hay alguna anomalía en las válvulas cardíacas. Es especialmente útil para diagnosticar la insuficiencia cardíaca, que se produce cuando el corazón bombea menos sangre de la que debería en relación con la cantidad que recibe.
Por último, hablemos del temido infarto de miocardio, una silenciosa causa de muerte para millones de personas cada año. El corazón es un órgano generoso que lleva sangre a todos los rincones del cuerpo, pero también necesita un suministro de sangre vital. Por eso, se nutre de tres grandes vasos que lo rodean y le proporcionan el flujo sanguíneo necesario para seguir latiendo. Un infarto de miocardio ocurre cuando uno de estos vasos se bloquea por completo.
Aunque los infartos de miocardio son repentinos, el proceso de enfermedad que los desencadena suele desarrollarse a lo largo de años. Estos vasos que alimentan al corazón se estrechan gradualmente debido a factores como la edad, el alto nivel de colesterol en la sangre y otros factores. Cuando uno de ellos se bloquea por completo, esa área del corazón se detiene. Dado que el corazón es un órgano tan activo, una interrupción en el flujo sanguíneo es extremadamente peligrosa. Cada minuto cuenta. Por eso, los pacientes son trasladados rápidamente al hospital para que se les abran los vasos sanguíneos mediante medicamentos y procedimientos. Cuando ya es demasiado tarde, los músculos de esa zona del corazón mueren y el corazón queda marcado de manera permanente. Afortunadamente, los otros dos vasos son suficientes para que el corazón siga funcionando. ¡El corazón, incansable como es, seguirá latiendo!
Hemos llegado al final de este artículo. Mientras lees esto, tu corazón ha latido cientos de veces más. Ha suministrado la energía que tus ojos y tu cerebro necesitaban para leer y comprender este artículo. Se encuentra en lo más profundo de tu pecho y siempre está allí para ti. Tómate un minuto para reflexionar sobre él, apreciar el trabajo que realiza y nunca olvides considerarlo una de tus mayores bendiciones.