¿Te resultan familiares estas situaciones?:
“Papá, puedo seguir la lección en el ordenador mientras juego con el teléfono”.
“¡Te estoy escuchando, cariño! Solo necesito enviar este correo”.
“De acuerdo. Pero ¿puedes repetir lo que dijiste?”.
Estos son ejemplos comunes de nuestras conversaciones diarias. Muchas personas asumen que son lo suficientemente “inteligentes” como para manejar múltiples tareas a la vez, mientras que otras compiten contra el tiempo, intentando completar tantas tareas como sea posible, como si existiera una línea de meta final. La multitarea se ha vuelto lamentablemente generalizada, a pesar de toda la evidencia científica que demuestra que el cerebro humano no está diseñado para manejar múltiples tareas simultáneamente. Una búsqueda superficial en Internet mostraría la conclusión inequívoca de que lo que hacemos en estos casos no es realmente “multitareas”, sino “cambio de tareas”. Como ocurre en cualquier situación en la que actuamos contra nuestra naturaleza innata —diseñada con un propósito—, surgen disfunciones que desencadenan una reacción en cadena que afecta múltiples aspectos de la vida.
¿Qué pasó con el antiguo consejo de que los padres deberían pasar “tiempo de calidad” con sus hijos, brindándoles toda su atención? ¿Ha disminuido la importancia de establecer y mantener contacto visual en una conversación? ¿Hemos llegado a valorar el ser constantemente perseguidos por el tiempo, cargados con tareas interminables que nos son impuestas, en lugar de tomar el control y dirigirlo hacia los objetivos que realmente valoramos? Estas son solo algunas de las muchas preguntas que nosotros, como seres humanos, debemos hacernos para reiniciar nuestros estilos de vida, esforzándonos por tener vidas significativas, pacíficas y dignas de ser vividas con resultados admirables.
¿Qué pasa si no corregimos nuestros estilos de vida? ¿Cuánto nos quita la multitarea en nuestras vidas personales, sociales y profesionales?
En la vida personal:
Cuando intentamos hacer las cosas correctamente, dándoles el tiempo y la atención que merecen, la multitarea se convierte en una fuente de estrés, ya que constantemente luchamos por mantenernos al día con múltiples tareas sin descuidar ninguna. Esta misma razón también es muy probable que genere ansiedad, ya que nos preocupamos por si estamos haciendo las cosas correctamente y completándolas como se espera. Finalmente, si pasamos la mayor parte de nuestro tiempo haciendo malabares con pequeñas tareas que requieren diferentes tipos de actividades y conducen a resultados diversos, terminamos socavando nuestra capacidad para concentrarnos en una sola tarea más integral, una que exige un período de concentración mucho más largo que el necesario para nuestras “múltiples tareas”. Es bien sabido que el estrés, la ansiedad y la baja concentración desencadenan una reacción en cadena de condiciones físicas, como presión arterial elevada y frecuencia cardíaca aumentada, y contribuyen a una larga lista de enfermedades.
En la vida social:
Aquí hay una escena común en las familias actuales, el círculo más íntimo de la vida social. Los miembros de la familia se sientan juntos en la misma sala, cada uno absorto en su teléfono, desplazándose por publicaciones en redes sociales que no tienen relevancia para su propia familia. Todos están inmersos en su propio “mundo alternativo”, desconectados de la vida real, pasando todo su tiempo asegurándose de no perderse ni un solo detalle de las vidas de los demás. Mientras tanto, pueden pasar por alto la necesidad genuina de atención y cuidado de un niño por parte de sus padres. Toda la interacción consiste en unos pocos momentos breves de comunicación superficial que no llevan a ninguna parte. Cada persona se queda para experimentar sus propias alegrías y tristezas en soledad, tomando sus propias decisiones sin apoyo. Con el tiempo, esto erosiona los lazos de amor y respeto dentro de la familia. ¿No se parece esto a una reacción en cadena, como la que lleva a que una bomba atómica explote dentro de la familia?
Ahora, pasemos al círculo externo de la vida social: los amigos. Cuando se reúnen, solo unos pocos amigos escuchan realmente al que está hablando, mientras que el resto está absorto en sus teléfonos. Luego, cambian los roles: los que estaban distraídos comienzan a hablar, mientras que los otros se retiran a sus pantallas. Se desarrolla una serie de conversaciones fragmentadas, cada una sin llegar a una conclusión y, como resultado, privándonos de la alegría cognitiva que proviene de una sensación de totalidad o completitud. En otras palabras, se convierte en una mezcla de monólogos colectivos, donde nadie está realmente tratando de entenderse. En cambio, hablan por hablar, confundiendo esto con “socializar con buenos amigos”. Nadie presta la atención necesaria para comprender completamente un tema de conversación, y todo lo dicho se olvida en el momento en que se despiden. Una vez más, el amor, el respeto y el cuidado entre estos llamados “verdaderos amigos” comienzan a desvanecerse, debilitando los lazos esenciales para construir y mantener un círculo cercano de amistad.
En la vida profesional:
Uno podría pensar que la vida profesional es el ámbito donde la multitarea demuestra su valor. Después de todo, la productividad y la finalización de tareas son lo más importante en el lugar de trabajo. Seguramente, la multitarea apoyaría estos objetivos, ¿verdad? Lamentablemente, ese no es el caso. Por el contrario, además de sus tres efectos comunes en la vida personal —estrés, ansiedad y baja concentración—, la multitarea desencadena reacciones en cadena que pueden dañar significativamente el clima laboral y la productividad. Comencemos con el “beneficio” más comúnmente esperado de la multitarea: la productividad. Una búsqueda rápida en Internet revela estudios que muestran que cuando los empleados no pueden concentrarse en una sola tarea durante diez, veinte o treinta minutos porque tienen que atender llamadas telefónicas o clientes al mismo tiempo, las empresas sufren pérdidas significativas en productividad.
Una consecuencia más sutil en el lugar de trabajo surge cuando un empleado, abrumado por la presión de realizar múltiples tareas, abandona sus estándares de calidad y “se toma la libertad” de cometer abundantes errores. En la mayoría de los entornos de oficina, estos errores no pasan desapercibidos para los colegas. Finalmente, estos deben ser corregidos por ellos, creando una carga de trabajo adicional. Cuando este patrón persiste, inevitablemente crea tensión entre los colegas y perturba un ambiente de trabajo que de otro modo sería cálido y cooperativo. No hace falta ser adivino para predecir qué tipo de efecto dominó tendría tal tensión en el funcionamiento armonioso de dicho lugar de trabajo.
Después de reflexionar sobre las supuestas virtudes de la multitarea, la elección es tuya: luchar con una fragmentación constante o encontrar paz mental enfocándote en una tarea a la vez.