sábado, julio 5, 2025
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¡Pedro, soy yo, tu piel!

Pedro, los distintos órganos de tu cuerpo te han estado hablando de ellos mismos, de su importancia y de su milagrosa creación, para que dirijas tu atención hacia Dios Todopoderoso, de Su infinito conocimiento y del significado ilimitado de todo lo que Él ha creado. Ahora ha llegado el momento de abrir una ventana en tu cuerpo, una ventana hacia el mundo exterior.

Yo soy la barrera entre tu cuerpo y el mundo exterior, esa es mi responsabilidad. Yo puedo percibir cada cambio que se da en ese mundo exterior, el calor, el frío, la humedad, la presión, la radiación y el efecto nocivo de muchos productos químicos y fenómenos físicos. Cuando detecto la presencia de algo dañino, advierto a tus órganos para que reaccionen a las nuevas condiciones. Por esta razón, soy conocida como órgano del tacto.

Sin embargo, además de ser el órgano del tacto, desempeño también otras funciones muy importantes; si las enumerase todas, este artículo ocuparía la revista entera. Para que tú mantengas una buena salud, yo debo realizar mis funciones —estéticas, protectoras o metabólicas— a la perfección. Sólo con observar mi aspecto te darás cuenta de lo bella que soy. Algún día deberías visitar un laboratorio de anatomía y observar a los estudiantes de medicina realizando una autopsia. Observa el cadáver al que se le ha retirado la piel para que los estudiantes pueden examinar los órganos internos. ¡Atrévete a mirar! El cuerpo humano es un verdadero milagro, pero sin la piel pierde su esplendor y se convierte en algo feo y horrible. La belleza y significado de todos los demás órganos se completa con mi presencia.

Dios Todopoderoso me ha creado y te ha cubierto conmigo como una vestimenta que se ajusta a cada parte de tu cuerpo. Dios ha cubierto la palma de tus manos y la planta de tus pies con una gruesa capa compuesta de queratina; esto te permite caminar y usar herramientas fácilmente. Si la piel de las manos y de los pies fuese tan delgada como la superficie de los labios, me pincharía o me haría daño al caminar al usar una herramienta. Dios ha creado las articulaciones que unen tus dedos a los pies y las manos. Las articulaciones te permiten mover los dedos, las manos y los pies de diversas formas. Para proteger tu cabeza del sol y del frío, Dios ha transformado en cabellos algunas de mis células y les ha dado la capacidad de crecer constantemente. Dios también protege tus ojos con unos filamentos especiales llamados pestañas y cejas, modelando así la belleza de tu rostro. Sin embargo, éstas no crecen regularmente como el pelo de la cabeza. Si no, tendrías que estar cortándote constantemente las cejas y las pestañas para poder ver. La vellosidad en tu nariz y en tus orejas evita la introducción de partículas nocivas, como el polvo u otros microorganismos dañinos. Has de estar preguntándote qué importancia puede tener esto. Por supuesto, el cabello no lo es todo; pero yo me pregunto: ¿es el valor de la vida simplemente el hecho de estar vivos? Claro que no, también la estética es un aspecto importante de la vida. Esto resulta evidente cuando vemos a alguien sin cejas ni pestañas. Dios ha otorgado belleza a los seres humanos y el pelo forma parte de esa belleza. Como todo lo que Dios hace, el significado del pelo es mucho más importante de lo que parece.

Además de mi belleza estética, debería también hablarte de mis funciones protectoras. Mi función más importante consiste en equilibrar el nivel de líquidos en tu cuerpo y evitar su pérdida. El nivel de líquidos y la cantidad de minerales que hay en tu cuerpo es algo muy importante. Si no fuera por mí, tus riñones no podrían regular el nivel de estos líquidos. Por esta razón, las personas con quemaduras en dos terceras partes de su piel no pueden sobrevivir; la pérdida de agua es demasiado grande. En centros de atención a quemados se intenta controlar la pérdida de líquidos por medios muy delicados; sin embargo, si las quemaduras son serias no es posible lograr un resultado exitoso. Mis funciones protectoras no se limitan a los líquidos. También protejo tu cuerpo de todo tipo de bacterias, hongos y virus. Como bien sabes, tu piel se puede inflamar e infectar al clavarte una espina. Si la piel se daña o se abre en una superficie mayor, la posibilidad de una infección grave aumenta. Sin mí, muchos microorganismos invadirían tu cuerpo y enfermerías.

Tu cuerpo es muy sensible al calor y al frío. Tu temperatura interna debe estar comprendida normalmente entre los 37 y los 38 grados centígrados (96.8/98.6 grados Fahrenheit). Si la temperatura aumenta, sientes malestar. Si permaneces en el frío durante un tiempo prolongado y tu temperatura interior desciende considerablemente, muchos de tus órganos —especialmente los pulmones, el estómago y los riñones— se dañan y dejan de funcionar adecuadamente. Incluso puedes llegar a morir si tu temperatura permanece baja durante demasiado tiempo. Por el contrario, si permaneces demasiado tiempo expuesto al calor y tu temperatura interna aumenta, tu sistema nervioso se daña, debido a la sensibilidad del cerebro. Enseguida comienzan a fallar el corazón y otros órganos y, finalmente, se produce la muerte. Los seres humanos habitan en todo tipo de lugares, desde los desiertos hasta los polos. En todas partes, las personas son capaces de mantener una temperatura interior constante que oscila entre los 37 y los 38 grados. Yo desempeño un papel muy importante en este sistema. A pesar de que el principal centro de control es el cerebro, éste funciona de acuerdo con los estímulos que yo le envío. Cuando el cerebro reacciona a estos estímulos, yo llevo a cabo funciones de enorme importancia. Más adelante te voy a explicar cómo te puedo ayudar a mantenerte frío o caliente.

Antes de contarte mis otras funciones, me gustaría hablarte de mi estructura, la cual parece exteriormente muy simple. Evidentemente, no soy una simple cubierta para tu cuerpo. En primer lugar, soy un órgano vivo que se nutre, que crece, se repara y que es muy flexible. A medida que me desprendo de las células muertas, las voy reemplazando con otras nuevas. Soy consciente de todo lo que sucede a mi alrededor y te ayudo a que tú sientas el mundo que te rodea. Estoy formada de dos capas principales: la epidermis (capa externa) y la dermis (capa interna). La capa visible, la epidermis, está formada de células que se endurecen y van muriendo gradualmente. Estas células se refuerzan con una proteína llamada queratina, que se absorbe dentro de su estructura; me deshago diariamente de las células muertas; son parte de ese “polvo” que te quitas del cuerpo cuando te bañas. Esta capa exterior contiene bacterias, hongos y otros parásitos que llegan desde el exterior y que pueden causar enfermedades. Estos parásitos se eliminan a medida que las células muertas van siendo eliminadas. La parte interna (el estrato basal) de la epidermis tiene una gran capacidad para la división celular y produce constantemente nuevas células. Estas nuevas células comienzan a vivir como cilindros; a medida que se mueven hacia la superficie exterior adquieren una forma cúbica y después se aplanan. Al mismo tiempo, esas células van produciendo queratina y, por esa razón, se endurecen y comienzan a morir. Cuando las células llegan a la superficie ya están muertas. Algunas de estas células muertas no se desprenden. Se acumulan y se combinan para formar esas estructuras que conocemos como uñas y callosidades. De esta manera, las células protegen aquellas áreas que son más sensibles o que se usan con más frecuencia.

Te sorprenderías si pudieses observar la gran actividad biológica que tiene lugar en la epidermis. Cuando una persona fallece, esta capa no muere inmediatamente. Tras la muerte, las uñas y la barba continúan creciendo. Esto sucede así debido a las actividades que tienen lugar en el epitelio germinativo que conforma la base de la epidermis.

Debajo de la epidermis se encuentra la dermis, que es relativamente gruesa. Esta es la capa que da consistencia a la piel y la que produce su color. En esta capa suceden muchas cosas maravillosas necesarias para completar mi espléndida estructura. Esta capa está formada de tejido conectivo fibroso hecho a base de proteína de colágeno. A medida que envejece, la piel se seca y comienza a perder sus proteínas. Una vez que las fibras comienzan a disminuir, yo pierdo mi firmeza y comienzo a arrugarme. A pesar de que a la gente no le gustan las arrugas, que son inevitables, yo pienso que no hay motivo de qué preocuparse, pues las arrugas son también un signo de madurez y experiencia. En la estructura de mi dermis hay otras partes que también cumplen funciones muy importantes. Las glándulas sudoríparas, de forma tubular y distribuidas a lo largo del cuerpo, actúan como ventiladores; además, los folículos capilares, las glándulas sebáceas, que ayudan a nutrir y humedecer el cabello, los cromatóforos (células que contienen pigmentos y determinan el color de la piel), los músculos del cuero cabelludo que dan flexibilidad a tu cabello y los vasos sanguíneos que me nutren, todos ellos son importantes. También poseo células receptoras especiales que miden la temperatura, la presión y el dolor.

Tengo más sensibilidad en algunas partes del cuerpo que en otras. Mis receptores sensoriales (corpúsculos) varían de forma; vosotros, los seres humanos, les habéis dado el nombre de los científicos que los descubrieron: corpúsculo de Pacini, corpúsculo de Meissner, corpúsculo de Ruffini y corpúsculo de Krause. Se cree que cada uno de estos receptores recibe estímulos independientemente, pero este hecho aún no ha sido comprobado.

¿Alguna vez te has preguntado por qué hay tantos colores y tonalidades de piel? Esto se debe al trabajo de los cromatóforos (células que contienen pigmentos), que se encuentran en la dermis, próximos a la epidermis. Estas células disponen de diversas ramificaciones que se mueven según la intensidad de la luz alargándose o encogiéndose. Estos movimientos hacen que los gránulos de pigmento (melanina) se dispersen dentro de las células o se reúnan en el centro. Así, pueden aclarar u oscurecer el color de la piel, de manera que así tú puedes conseguir un “bronceado”.

Las estaciones, la duración del día y la intensidad y duración de la luz del sol influyen en el movimiento de estas células, las cuales oscurecen tu piel durante el verano y la aclaran durante el invierno. ¿Y por qué es esto necesario? Se trata de un maravilloso mecanismo fisiológico que tiene increíbles significados y propósitos. Estoy segura de que has observado que la gente que vive en el norte de Europa y América tienen una pigmentación más clara que quienes viven en regiones del sur del planeta. La razón de ello reside en que los países de esas regiones del norte están expuestos a una luz solar menos intensa y durante un período de tiempo menor. Mientras más al norte te encuentras, el clima es más lluvioso y nublado. Sin embargo, la luz solar hace también un papel muy importante en la síntesis de la vitamina D en tu cuerpo. La molécula conocida como 7-de-hidrocolesterol sólo puede convertirse en vitamina D mediante la luz solar. La vitamina D es una vitamina muy importante para la absorción del calcio y el metabolismo de los huesos. Si no hay suficiente exposición al sol, no puede producirse la vitamina D; esto puede provocar raquitismo (muy común) y otras enfermedades de los huesos y complicaciones del esqueleto.

Sin embargo, es interesante saber que la luz del sol es como una espada de dos filos. No es buena ni mucha ni poca. Demasiada exposición al sol daña mi salud, causando enfermedades como el cáncer de piel y trastornos visuales. Dios Todopoderoso ha hecho que todas las regiones del planeta sean aptas para la vida humana. Ciertamente, Él sabe bien lo que la gente necesita para vivir en lugares con poca luz solar y en aquellos otros que reciben mucha. Para hacer que la gente pueda beneficiarse de la luz solar en todas partes, Dios ha dado las cualidades necesarias a mis cromatóforos y a los gránulos de melanina contenidos en ellos. En lugares con poca luz solar, mis cromatóforos sintetizan menos melanina. La melanina se dispersa por todas las células, las células se mueven hacia abajo y mi color se vuelve más claro. Esto me permite una mayor absorción solar, y esta luz solar es usada para la producción de vitamina D. En lugares muy soleados, sin embargo, la gente está más expuesta a los rayos ultravioleta del sol y a otras formas de radiación. Por ello, el riesgo de que mis células muten y contraigan un cáncer es mucho mayor.

Para evitar una situación así, las personas que viven en lugares muy soleados sintetizan más melanina. La melanina de los cromatóforos se reúne en el centro de las células y el color se oscurece. Así, el exceso de luz solar es absorbido por los pigmentos de melanina gracias a su estructura y función especiales. Esto evita que otras células sensibles se dañen y se tornen cancerosas.

En un clima cálido, para poder equilibrar la temperatura corporal, los vasos sanguíneos que atraviesan la piel se expanden y así circula más sangre por ella. Yo expulso el agua de mi sangre por medio de mis glándulas sudoríparas. Mientras que esta agua caliente llamada “sudor” se difunde por mi superficie y se evapora, se libera en el aire una gran cantidad de calor. Así, tu temperatura corporal no aumenta y te mantienes fresco por dentro. Gracias al trabajo de mis glándulas sudoríparas, también me puedo deshacer de algún desecho de nitrógeno, ayudando de esta manera a tus riñones. Durante el período de frío, sin embargo, la actividad de mis glándulas sudoríparas disminuye y esto te ayuda a mantenerte caliente. Los vasos sanguíneos se constriñen para que disminuya la sangre que hay en mí. Para que tus órganos internos no se enfríen, se distribuye más sangre caliente por tu cuerpo. Los músculos de mis cabellos se contraen y éstos se enderezan, haciendo más gruesa la capa de pelo que me cubre. Es como si estuvieras cubierto por una manta. Si la temperatura de tu cuerpo desciende de forma considerable, mis receptores estimulan a los músculos que se encuentran por debajo de mí y, al vibrar, estos músculos producen calor. ¡Por eso tiemblas cuando tienes frío! La mujer tiene menos pelo en la piel. ¿Crees que esto es injusto? ¡Por supuesto que no! A diferencia del cuerpo del hombre, el de la mujer ha sido creado de tal manera que puede almacenar una mayor cantidad de grasa en los tejidos que hay debajo de la piel. Este tejido graso hipodérmico protege a la mujer del frío y le sirve también para almacenar nutrientes durante la lactancia. También la protege de los golpes contra sus músculos y huesos. Nada de injusticia, ¿verdad? Además, esto nos demuestra que Dios da a cada una de sus criaturas exactamente aquello que necesita y merece.

Algunas personas dicen que la piel es como un espejo de la salud corporal; es cierto. El hecho de ser visible y de que puedo ser observada fácilmente me convierte en el primer órgano en mostrar los síntomas de muchas enfermedades. Ciertas anormalidades que aparecen en mí, tales como úlceras y otros trastornos, suelen ser síntoma de alteraciones del metabolismo. Por ejemplo, si tu hígado se ve afectado por una sustancia venenosa, esto se manifiesta a través de manchas rojas en las manos. Pero no sólo me afectan los padecimientos físicos, también me afecta tu condición espiritual. Por supuesto, lo contrario también ocurre. Es decir, que las enfermedades de la piel pueden afectar igualmente a tus órganos internos.

Ya he mencionado anteriormente que mi habilidad para renovarme y repararme es enorme. Con el permiso de Dios, puedo reparar fácilmente quemaduras y lesiones leves en circunstancias normales. Sin embargo, si la lesión llega hasta mi capa basal, puede quedar una cicatriz para que recuerdes y des gracias a Dios por tu salud. Además, en casos de enfermedades como la diabetes, mi habilidad para renovarme y repararme se debilita y ya no cicatrizo tan fácilmente. En tales casos, te verás en la necesidad de adoptar todos los cuidados necesarios para mantenerme limpia y libre de infecciones.

Bueno, Pedro, creo que ya te he hablado suficiente de mí. Ya no voy a hablar de los muchos síntomas de enfermedades, alergias o infecciones que se pueden detectar a través de mí. Sin embargo, es importante que sepas que soy capaz de demostrar cientos de condiciones diferentes causadas por una amplia gama de factores, tales como enfermedades transmitidas genéticamente, trastornos del sistema inmunológico, infecciones virales o bacterianas. ¡Pero no te preocupes! Como puedes ver, la mayoría de la gente lleva una vida saludable a pesar de todos estos peligros. Nuestro Creador ha dotado a tu cuerpo de un mecanismo protector y te ha enseñado a cuidarte. Mi trabajo consiste en mostrar esta creación de Dios, esta obra de arte impecable y compleja que soy yo, con todos sus significados. Más que continuar dándote lecciones de dermatología, lo mejor es que tú vivas como debe ser, buscando el beneplácito de nuestro Creador. Así estarás protegido de las enfermedades y, si llegas a enfermar, tu paciencia y tu fuerza moral serán más profundas. Y estarás más agradecido a Dios por la salud que gozas.

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